viernes, 19 de agosto de 2016

Víctimas del Vacimiento (Hermética, 1994): la resistencia empieza con H, por Joaquín Rodriguez



A mediados de la década de los noventa, Hermética ya era una banda consagrada en la escena heavy local y su caudillo y bajista, Ricardo Iorio, acaparaba la atención de sus seguidores. El  segundo disco de la banda, “Ácido Argentino”, con el himno “Gil trabajador” a la cabeza, había tenido un éxito inesperado y cada vez más hordas se unían a su propuesta musical y estética. Sus letras punzantes y dramáticas se tornaron una radiografía de la segregación social diagramada por las políticas económicas del menemismo, que repartían anestesia en forma de “1 a 1” para las clases medias y palos para los menos pudendos.                  

En 1994, el grupo lanzó su tercer y último álbum, Víctimas del Vaciamiento. Si bien la placa representa un salto cualitativo en cuanto a su sonoridad y a la calidad de las canciones, su línea discursiva es similar a la de sus antecesores. A diferencia de ellos,  "Víctimas" no alcanza una virulencia tan asfixiante, sino que hay más espacio para el factor melódico. “Soy de la esquina” es la primera de las once odas que conforman el álbum. Marcada por la cabalgata de guitarra de Romano, es una pintura barrial que destaca los valores de la calle por sobre los de la tevé. Una idea plasmada en los papeles por la sórdida pluma de Iorio, escriba capaz de realizar reflexiones tan simples como inquisitivas. Esta es una de las fórmulas del éxito de Hermética: la posibilidad de conjugar la rudeza callejera y violenta con una filosofía existencialista inquietante.

“Otro día para ser” es una muestra cabal de la capacidad lírica del grupo y un ataque a la “fuga radioactiva del progreso”, mientras que “Olvídalo y volverá por más” y “Del colimba” dan cuenta del descontento de la sociedad con la casta política y de la vida gris de un adolescente en un cuartel durante su estadía en el servicio militar. Hay una interpelación constante al triste porvenir de una juventud en su eterna lucha por no naufragar. Ambas canciones son interpretadas por Iorio, quien imprime una cuota de emotividad en ellas, mientras que la voz de Claudio O’Connor explota en los temas más cercanos al trash, como “Ayer deseo, hoy realidad”, “Hospitalarias realidades” y “Cuando duerme la ciudad”. El doble bombo de “Pato” Strunz, y las seis cuerdas del “Tano” Romano son platos fuertes y elementos distintivos en la constitución del sonido hermético. El cierre del álbum queda a cargo del tandem "Moraleja"- " "Tano Solo", la primera dotada de un aire picaresco de chacarera donde el grupo deja entrever sus raíces folclóricas, mientras que en la última un solo de guitarra,  con el estilo agresivo del Tano, crea una atmósfera espacial que bien podría pertenecer a Brian May o David Gilmour.

Al poco tiempo del lanzamiento del álbum, las diferencias entre los integrantes del grupo pesarían más y el proyecto volaría por los aires. Fue justo cuando estaban en la cima. Sin embargo, y pese a las cenizas, el fuego de la H ardió de manera intensa; fugaz, sí, pero con una ira que marcó época. Nadie le podrá quitar al cuarteto un mérito ganado en buena ley; el de conmover a los duros; a esas huestes de cuero que, aunque sea a escondidas, enjugan una lágrima ante el vívido recuerdo de Hermética, esa banda que contó realidades que todos vivían pero no muchos veían…







Víctimas del vaciamiento, Hermética (disco completo)
Link: https://www.youtube.com/watch?v=b3qj1lO9JB0



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