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miércoles, 24 de mayo de 2017

Tras los pasos de Limónov, por Camilo Oliveras







Carrére escribe un libro épico, como esas peleas de box que pasan a la historia porque uno de los peleadores aguantó como nadie y ganó el combate por puntos. Aguante. Tal vez un buen novelista sea eso*

Los héroes de Carrére son extraños: paranoicos, obsesivos, lúcidos, secos, amargos, dotados de una voluntad de hierro y un destino trágico.

El francés mete todo en su monumental Limónov, no se guarda nada. Estudia su personaje, lo desintegra, se mueve, entrevista gente y más gente, luego vuelve a armar el rompecabezas, lo deja reposar, lo destruye. Lo arma otra vez.

Si Dick es el héroe sedentario, Limónov es todo lo contrario. Tiene una fuerza  vital asombrosa.

El recorrido de Limónov es una sombra de la historia de Rusia, de su devenir, de sus arbitrariedades, de sus secuelas y la compleja voluntad popular.

Príncipe y mendigo. Limónov aprovecha cada experiencia y la exprime al máximo. Escritor punk político. Carreré cuenta su vida prodigiosamente.

¿Cuáles son los recursos de Carrére?

Referencias pop para traducir rápido la diferencia cultural con Rusia a un idioma universal, links permanentes entre la vida de Limónov y su propia vida, introducir los libros de Limónov en el libro, y una prosa directa, seca, honesta.

Carrére como un cronista permanente que todo lo registra.

Suspensión de la vida de los personajes para luego retomarlos, dominio del fragmento y la microvida. La salud de lo micro en lo macro.

Carrére es cronista por igual de la vida interior y exterior de su personaje.  












*Aunque Carrére es mucho más que eso. Ya lo demostró en la biografía de Philip K. Dick (“Yo estoy vivo, y ustedes están muertos”)