jueves, 28 de julio de 2016

Queen I (1973): prólogo a la leyenda, por Joaquin Rodriguez

Toda leyenda tiene un comienzo; una piedra filosofal que se coloca en la historia como un primer peldaño fundacional. Para Queen, ese fue su primer álbum. Se trata de un disco titulado de manera homónima a la banda, que vio la luz en julio del año 1973. Apenas doce meses antes, y tras largo tiempo llenando clubes y bares londinenses, el cuarteto había conseguido su primer contrato discográfico. Brian May, Roger Taylor, John Deacon y un joven estudiante de arte nacido en Zanzibar  llamado Farrokh Bulsara, quien pronto acapararía todas las miradas bajo la forma de su alter ego, Freddie Mercury, comenzaban a dejar su impronta en la historia.

La portada presenta al cantante fundido bajo la luz de un reflector, con el torso desnudo y entregando su micrófono a modo de ofrenda hacia el cielo. Son diez canciones las que se encuentran en la placa y, representan una etapa totalmente diferente pero no menos maravillosa de aquella que llevó a la Reina a las radios de todo el planeta. Un hard rock crudo en sintonía con el momento musical que se vivía en Gran Bretaña, pero dotado de una profundidad pocas veces escuchada hasta el momento. Guitarras gruesas y envolventes que logran climas espaciales enraizándose en cabalgatas galácticas, como en Keep yourself alive, contrastan con los momentos medievales que se presentan en las canciones Great King Rat y My Fairy King.

La voz de Mercury es un vendaval que golpea directo al pecho; con el correr del tiempo, su técnica continuaría perfeccionándose para regocijo de los escuchas. Sin embargo, para el momento, presentaba una virulencia casi agresiva y rasposa, que lo llevaba a rozar un fino heavy metal. Esto se aprecia en temas como Liar, Son and Daughter o Jesus, los cuales también se encuentran bajo tintes operísticos, una de las características distintivas del grupo. Cabe destacar su performance en el piano durante la canción Seven Seas of Rhye.

En conclusión, quien aborde Queen I se encontrará con una banda totalmente distinta a la que explotaría en los años de gloria. Un disco de una versatilidad notable, que hace un culto a los 70's. Una evolución natural de los senderos zeppelinianos, con estética a lo Bowie, y una verdadera explosión de rock and roll que no cae jamás en lugares comunes. Esa fue la carta de presentación de una banda que, tiempo después, terminaría por apoderarse para siempre de la perfección. Luego de eso, ya nada sería lo mismo...





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