lunes, 22 de agosto de 2016

“Zatoichi”, Kitano (2003): el regreso del samurái, por Bruno Dante




“Zatoichi” es un film que pertenece a una saga de veinte películas sobre samuráis. En el film de Kitano se narra la historia de un masajista que aparenta ser ciego para poder “ver” mejor a las personas, y que posee un formidable manejo de la espada. De forma simultánea se narra, también, la historia de dos geishas que esperan en secreto para vengar un asunto del pasado. La historia de “Zatoichi”, su llegada a un pueblo donde clanes someten a los ciudadanos a rigurosos impuestos, y el mito que empieza a labrarse del “samurái ciego”, es lo que conduce el hilo narrativo del film. Uno de los clanes más poderosos del pueblo contrata a un samurái a sueldo para enfrentar a Zatoichi, que se perfila como una amenaza para el orden instaurado. El samurái a sueldo, a su vez, necesita dinero para pagarle a su esposa un tratamiento de salud. Es decir, que en el film de Kitano, todos los personajes están sujetos a una especie de tributo o cuenta que proviene del pasado, o de algún tipo de arraigo terrestre que necesitan pagar con sangre, o con alguna actividad mundana, que los exponga al inmenso péndulo trágico que se mueve sobre sus cabezas. Lo trágico se mezcla con elementos de la picaresca, atributos cómicos que los personajes usan a su favor en la pelea constante por sobrevivir.

El pasado que regresa para vengarse, el arte de la espada, corazones puros que se imponen con honor ante la lujuria de los tiranos, que intentan someter a los demás con el pulso del dinero. Todo eso está en “Zatoichi” de Kitano, un film que posee escenas impecables de combate: rápidas y limpias, con regueros de sangre alucinados que se suspenden en el aire como humo rojo, o pedazos de tela desarreglada.
Quizá, la diferencia entre los corazones puros que se arrojan al campo de batalla, y los que venden su alma al mejor postor, está en que en unos el arte de samurái es redentor, y en otros este se traduce como condena.
En ese sentido, “Zatoichi” establece dos bandos bien diferenciados, y no se preocupa demasiado por complejizar la cuestión, como si Kitano supiera que la diferencia estuvo allí desde siempre, y él solo tuviera que bosquejarla o colorearla levemente al macar la línea divisoria.


Zatoichi es una especie de trickster, que utiliza el engaño como una forma de obtener información sobre el mundo, y sobre todo como una manera de enfrentar a la notable maquinaria de los clanes. En el film, hay un personaje secundario muy pintoresco, una suerte de Don Quijote- samurái, que es un muchacho que corre alrededor de su casa vestido de samurái, convencido de que está en el medio del campo de batalla. En ese sentido, Zatoichi se maneja sobre un plano de idealismo que contrasta con su opuesto, el plano real, pero donde la ética está todo el tiempo puesta a prueba, en un mundo en donde parece que la distancia entre el bien y el mal es cada vez más corta… 




No hay comentarios:

Publicar un comentario