domingo, 4 de septiembre de 2016

En el Botánico, por Marco Castagna






En el Botánico

Tomás una cerveza en un pasillo frío de grava, donde casi no llega el sol. Cantan unos pájaros reales. ¿Cansados? No creo, nadie se cansa de vivir en el botánico. Pero nadie puede vivir en su interior.
Escribís en un papel un pedazo de una canción que te hace acordar a una  amiga.







 Lentitud oficial


Un coche alargado y gris se pasea con lentitud oficial por lo estrechos pasillos de grava. El vehículo y su conductor poseen un aire fúnebre y deportivo a la vez. Al conductor no alcanzás a verlo, es solo una sombra. Cuando por fin un hombre de mameluco azul baja del coche, entendés que es el encargado de la limpieza.







Lores de un castillo inexistente


Una cinta de seguridad ondula con el viento, precaria, olvidada de prohibir. Unos gatos dan vueltas y cada tanto se dejan acariciar por alguien. Los pájaros en los árboles cantan o desaparecen como si fuera lo mismo.
El botánico. Un lugar donde nunca te importunan. La seguridad trata a los visitantes como lores de un castillo inexistente.











1 comentario:

  1. bien Marco me gustó, justo pega con las ganas de visitar el botanico que tengo.

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