En el Botánico
Tomás una
cerveza en un pasillo frío de grava, donde casi no llega el sol. Cantan unos
pájaros reales. ¿Cansados? No creo, nadie se cansa de vivir en el botánico.
Pero nadie puede vivir en su interior.
Escribís en un papel
un pedazo de una canción que te hace acordar a una amiga.
Lentitud oficial
Un coche
alargado y gris se pasea con lentitud oficial por lo estrechos pasillos de
grava. El vehículo y su conductor poseen un aire fúnebre y deportivo a la vez.
Al conductor no alcanzás a verlo, es solo una sombra. Cuando por fin un hombre
de mameluco azul baja del coche, entendés que es el encargado de la limpieza.
Lores de un
castillo inexistente
Una cinta de
seguridad ondula con el viento, precaria, olvidada de prohibir. Unos gatos dan
vueltas y cada tanto se dejan acariciar por alguien. Los pájaros en los árboles
cantan o desaparecen como si fuera lo mismo.
El botánico. Un
lugar donde nunca te importunan. La seguridad trata a los visitantes como lores
de un castillo inexistente.
bien Marco me gustó, justo pega con las ganas de visitar el botanico que tengo.
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