domingo, 27 de noviembre de 2016

Un pueblo alejado de todos nosotros, por Conrado Markert







Cuando deletreo mi apellido, recién ahí, me entienden. Es raro, ya lo sé, pero es lo que supongo entendió aquella persona que anotó a mi bisabuelo al llegar al país. No sé ni cuando, ni cómo, ni porqué vino. Supongo que fue por lo que todos vinieron.

Cuando mi papá tenía dieciséis años, su padre, mi abuelo, falleció. Nunca lo conocí. Por eso mi lejanía… mi abuelo y, más, mi bisabuelo siempre me rondan por la cabeza. Sigo sin saber quiénes eran, porqué llevo el mismo apellido que ellos, porqué sostengo esta bandera que en la vida muchos consideramos importante.
Bueno, cuestión que tengo raíces alemanas. Pero al ver a toda mi familia noto una mezcla algo extraña: algo argentino, que a su vez es un mix italiano, francés, español. Claramente la eficacia, el orden y la organización de cualquier Markert que conozca, no es la alemana. Sin embargo, hay algo que los rasgos y las personalidades nos identifica de cierto modo. Supongo que debe ser por eso y porque somos muchos, pero muchos. Entonces apenas nos ubican, nos entrelazan recién al conocernos.

Salteo. A mi abuelo lo conozco por Pocho. Tenía un hotel (el que ahora tienen y administran algunos de sus hijos, entre ellos mi papá), también tuvo algunas concesionarias de autos y era dueño de “Safari”; un boliche que cerró hace varios años. Mi abuela, Catalina, me contó que él y su hermana eran muy metódicos y organizados, y que por eso cree que tuvo una especie de mini éxito con sus negocios. Ella y sus suegros no tuvieron mucha relación, eran cerrados y no hablaban mucho castellano, por eso es que tampoco hay mucha información de la que servirse.
Mi tío Federico, igual que su abuelo y mi bisabuelo Frederick, fue a Alemania y en uno de sus viajes intentó averiguar un poquito más sobre nosotros. Lo llamé hace unos días y charlamos un rato. Me contó que la última vez que fue recorrió Wassertrüdingen, el pueblo donde vivían mis bisabuelos. Buscando rastros encontró en un cementerio una placa con el apellido Markert, pero solamente una. También estuvo en la casa donde ellos vivían. En realidad sacó unas fotos del frente y mucho más no pudo hacer. Yo no vi la foto todavía pero por lo que me dijo era una casa muy grande, con varias ventanas y  tejas oscuras.

Wassertrüdingen. Pertenece al distrito de Ansbach que es el de mayor área de Baviera, al sur del país Germano. Queda entre Hesselberg y la única montaña Franconia, con vista a los Alpes. Rodeado de bosques y no mucho más. Wikipedia y todas esas herramientas de internet me dieron ésta poca información sobre aquel pueblito que parece muy poco conocido.
Mis ilusiones de encontrar algún pariente que supiera algo de mi historia, terminaron de sepultarse después de buscar mi apellido en el querido Google y, más aún, después de rastrearlo por Facebook y no encontrar ni siquiera una pista para seguir.
A partir de ese momento una duda que repicaba en mi cabeza se empezó a aliviar. Yo me preguntaba, “che, a mi viejo, a mis tíos, ¿no les importa quiénes somos? Nadie sabe mucho pero tampoco hacen nada como para saberlo”. Ahí sentí que las respuestas estaban en la NO información, en la incógnita de un pariente o en la simple descripción de cinco renglones de un pueblo alejado de todos nosotros.


Espero en algún momento viajar a Alemania y averiguar un poco más. Lo que me inquieta demasiado es saber si realmente éste es mi apellido, porque quizá estoy buscando donde no hay ni habrá. 



Foto: Wassertrüdingen (Distrito de Ansbach, Alemania)

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