Ahora tengo todos estos recuerdos y la memoria de tu abuela en el
geriátrico. Hace un tiempo fui a visitarla y ahí estaba aturdida por el televisor,
dueña de una resistencia autista. Traté de mirarla a los ojos y cuando lo hice
me hundí como en una copa de vino. Pienso en la felicidad de tu abuela cuando
vas a visitarla, en tu perfume barriendo con el olor a desinfectante del lugar, en cómo le inundas la boca con yogurt fresco.
Cuando fui a visitarla y traté de hablarle más fuerte que el ruido del
televisor, me confundió con un enfermero o con el chico de la limpieza. El
televisor con el sonido al palo y los ancianos catatónicos con la mirada puesta
en otra parte. Los ojos de tu abuela a veces parpadean distinto, en un brillo
intermitente. En ese tiempo eras lo único que tenía y solo me quedaba visitarla
a ella para sentirme cerca tuyo. Un pedazo de vida sujetado a la tierra, dando
bandazos y a la intemperie.
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