Un viento duro arrecia y forma
hoyos de sal en la cara, agrietándola como la agrieta el tiempo, con un molde
severo y adusto. Naciones de hormigas caminan por el borde de una construcción
abandonada al costado del camino. El padre de Tomás recuerda que en ese paso de
nivel un compañero de trabajo mató un ñandú persiguiéndolo durante una hora a
los tiros por un camino de tierra y agitando una petaca de whisky por la
ventanilla. Cuando lo tuvo a tiro le disparó y lo abandonó entre las piedras.
Tomás se agita en el asiento del acompañante sintiéndose incómodo. Su padre le
pide que se quede quieto, que no puede ser que se mueva tanto, le pregunta si
tiene hormigas en el culo. La pregunta obviamente no es una pregunta. Tomás se
mueve por última vez, se abrocha el cinturón de seguridad con miedo de estar
moviéndose demasiado o de no poder hacerlo más y se queda rígido en la última posición que
encuentra su cuerpo como una pieza de ajedrez congelada. Todo esto a Tomás lo
pone muy nervioso, y como es natural, le dan más ganas de moverse. Saber que no
podés moverte puede llegar a ser tremendamente incómodo e insoportable. Es así
como una persona puede silenciosamente comenzar a enloquecer o convertirse en
secreto en artista. Por supuesto que todo es abstracto o hipotético, aunque
esto último no tanto. En este momento Tomás tiembla pero intenta no demostrarlo.
En momentos así él preferiría que el coche se estrellara y su padre sin
cinturón de seguridad saliera despedido volando por los aires y lo pisara un
ñandú. Cuando se anima, el chico observa a su padre por el espejo retrovisor y
lo nota tenso, el rostro rojo y agrietado, alguien incapaz de comunicarse. A
Tomás le hubiese gustado decir algo, algo como para descomprimir un poco el
ambiente, pero no se animó o nunca supo qué decir. O tal vez sí, tal vez una
forma extraordinaria y radical de sabiduría le hizo saber que no decir nada
suele ser lo mejor en casos como este, porque es difícil sino imposible
interpretar y además tratar de agradarle a un hombre como su padre. Mientras el
coche avanza a los tumbos por caminos de polvo y piedra reduciendo levemente la
velocidad antes de pasar por los puestos de seguridad o antes de llegar a los
escasos peajes. El padre de Tomás mastica un chicle y Tomás estudia la mandíbula
rígida de su padre, le parece la mandíbula de un dinosaurio de esos que le muestra
su madre por las noches en los libros de ciencia. Estudiar arqueológicamente un
objeto sabe Tomás te hace olvidar al menos provisoriamente del tiempo cuando no
podés moverte ni tenés nada para decir. Tener
que permanecer quieto y expectante puede ser una tarea horrible e infinita.
Como sea, de repente el Renault 12 blanco se detuvo delante de un paisaje extraño
y que a Tomás se le antojó decididamente adulto: hombres con cascos amarillos y
mameluco gris moviéndose de acá para allá, autos más modernos que los de su
padre estacionados en una esquina y hombres de traje y maletín delante de los
autos hablando por teléfono con cara de asunto serio e importante o más bien de
alguien que está recibiendo información sobre
una enfermedad. Una tienda improvisada de la que salía humo y una señora
corpulenta le gritó a alguien en el interior de la tienda que no podía verse.
El sol se hundía como un limón viejo en el cielo. Tomás seguía rígido sobre el
asiento y se hubiese quedado un rato más así, no quería bajar y exponer su vergüenza.
Su padre le pidió que se saque el cinturón de seguridad y baje del auto. Antes
de salir del auto, Tomás retiró una perilla de seguridad que tenía forma de
dedo cortado o de gajo de naranja. Bajó y siguió a su padre por una superficie
de piedras hasta llegar frente a unos hombres que fumaban delante de una
máquina excavadora. Su padre intercambió unas palabras con los operarios y
subió a Tomás por una escalera, que seguía casi paralizado y perplejo por el
episodio del auto, y que prefería no moverse demasiado, pero su padre ahora se
enojó porque él no se movía, y le dijo que se apure. El chico se puso todavía
más nervioso y llegó rápido a la caja de mando de la máquina excavadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario