Dream if u can a courtyard
An ocean of violets in Bloom
Animals strike curious poses
They feel the heat,
the heat between me and you.
When Doves Cry
Cuando escuché la primera
vez Sexy M.F. en la radio en esa época yo no bailaba, vibraba, cerraba los ojos
y la fuerza de la música creaba un tráfico exótico de magmas eléctricos y boas
biseladas en fin, la danza me vino tarde, pero pude, a los 26 años, bailar y revertir
esa energía y empecé a tocar trompeta bien, siempre con Prince, Miles & Trane,
pegado a ellos de noche me podía desenvolver laboralmente de día en cataratas.
Buenos Aires para mí siempre fue un gusano fofo y mórbido, pero Iguazú será
siempre el dragón de fuego de mi delirio y gloria que desbarrancaba como si se
le abriera al mundo la panza con una simitarra y saliera magma chorreante como
diarrea y meteoritos de mierda yendo a parar al psiquiátrico de una patada policial
en el ojete, porque hay algo en los símbolos paganos que lleva el sello de algo
así como una llave o jeroglífico que la pureza musical de Prince evoca en sus
dos caras de geminiano como yo, que nunca pude cerrar, debemos ser pocos los
que acá hayamos comprado sus últimos cuatro discos. Y ayer imaginaba un ano
remontando vuelo con dos orejas como alas y me decía que necesito conseguir una
trompeta de nuevo.
Creo que Borges dijo algo
así como que el designio de la vida de un hombre siempre está fuera de su
comprensión por más que se crea que ya lo alcanza, que lo tiene entre manos,
y el otro día soñé con escarabajos turquesas vivos que yo desgreñaba de algas o
lechugas moradas en la caja de un camión por el amazonas como si ésta selva
fueran mis interiores, siempre algo brujo me aparece, innombrable,
siempre el toque, el pedito exhausto de mi esquizofrenia casta a fuerza de
inyecciones quincenales.
Fui, decía, a buscar el Love
Symbol a Musimundo, año 92, que estaba a siete convertibles para poner el sexy
mother fucker y me encontré con ese ritmo de pedos justamente, de I Wanna Melt
with You, y The Morning Papers, que con el ritmo perfecto de John Blackwell y en
el tono y la melodía de brasses como lluvia dorada dice:
“Why is age more than a number,
when it comes to love?
If you ask the ones who speculate,
they don’t know what is made of.
Should we ask the moonlight on your face or the
raindrops in your hair,
or should we ask the man who wrote it there in the
morning papers.”
ESO en saldos.
Su muerte me golpeó, la
parca ya me dio varios sopapos este 2016, porque yo seguía, sigo, escuchándolo
y amándolo, nunca lo dejé. Y sí, sí, con sus dramatismos de gato Wagner &
Castrati asociados S.R.L. más todo el oro las perlas, los diamantes y la
grasada de otro Neverland pero más gato. Después de volcar mal mil veces con
minas te sigo bancando ese lado B, gato viejo! ¡Cómo me gusta!¡Son las cinco de
la mañana de un martes y estoy acá escuchando tu último disco, Guampa!
Y en Iguazú cuando pasaba
delante de los crotos, se decían al verme: carne de gato.
Emancipation, obra maestra
indiscutible, con la que íbamos a laburar con los cumpas de cataratas a las
siete de la mañana escuchando Sleep Around después de clavar con María toda la
noche, toda la noche clavando y acababa a la hora de ponerme la ropa de laburo
para salir. Una vez un guía me dijo que por favor me limpiara la sangre de las
uñas antes de darle sus tickets, ni tiempo de ducharme, tenía que salir cagando.
Sleep Around o el rejunte cuádruple del Crystal ball que trae ese disco
acústico fabuloso The Truth; The Vault (Old Friends for Sale), que son descartes
maravillosos que el artista le debía a la Warner y Rave un2 the Joy Fantastic,
discos que me animaban a entregarle hasta la última gota de energía a la flaca
y a tocar y al laburo pero con dolor y vergüenza de verme desfigurado y al filo
de la paranoia cósmica, tan desgraciado y la flaca rediviva, deportiva, fresquita,
moviendo el culito por todos lados, rogándome que salgamos del cuarto, ir a
bailar, a mostrarse, qué pesadilla, yo deforme quería volver a casa a bajarme
un par risperdales para dormir, me acuerdo que una vez zafé un rato de ella y
llegué a casa y me vi entrando a mi cabaña con piernas de chivo negro y la pija
por la rodilla, y al rato aparece y esa noche me montó y vi su aura de
tentáculos negros.
Tal cual como dice Chesterton en su San Francisco el reviente del paganismo termina en los mórbidos jardines de Príapo, o algo así. Pero mi vida amorosa y sexual sin Prince hubiera sido de una pobreza insalvable ¡Sin el disco dos de Emancipation, sin The Rainbow Children!
Because a beautiful rainbow gave birth to me.
Sugiero escuchar el solo de guitarra de Batdance.
Las películas, eso: Purple Rain, Under the Cherry Moon (Bajo la luna de cereza); Graffiti Bridge; y Girl 6, peliculón que dirigió Spike Lee que fue la mejor contribución musical de Prince al cine, porque sus propias películas con su música en fin todo eso eran siempre revoques en los pedos grávidos de sus paraísos.
Cuando me enteré que murió yo estaba sentado acá mismo mirando el Timeline y aparece la publicación de Carlos Maslatón, quise llamar a los de Iguazú pero ya no nos hablamos, menos con la flaca, los amigos en Prince eran como los amigotes del curtir, no quedó nadie.
A los dos días aparecieron
por You Tube todos los vídeos que tenía estrictamente prohibido publicar, a
todos tenía a raya, aparecían vídeos de su última gira a Europa y al mes los
mandaba a sacar, ahora se pueden ver, reversionando sus clásicos lados B en
Manchester y Amsterdam, hasta apareció un video de la famosa yunta con Miles
Davis, maravilloso, tocando Housequake; o ese sólo en While My Guitar Gently
Weeps del homenaje a George Harrison. También aparecieron sitios con las
grabaciones de la consola de casi todos sus recitales.
En Abril estaba presentando
Piano & Microphone por Estados Unidos tranqui, ya había terminado el tour australiano.
Iba y venía del teatro a su casa en su Jet y en eso, en la torre del aeroparque
de una pequeña ciudad de Illinois piden un aterrizaje de emergencia y ya lo
esperaban con la inyección de Narcan en la ambulancia, el antídoto para la
sobredosis de opiáceos. Estuvo tres horas en observación y se volvió al avión.
Uno o dos días antes, en Atlanta, había avisado en el escenario a la gente “que
guarde sus plegarias por unos días”, dijeron que el tipo estaba batallando con
la gripe pero enseguida los tabloides dijeron la verdad, que hubo que bajar el
avión por sobredosis, y de esa se salvó y ese sábado posterior hizo una fiesta
en su casa. Yo me imagino que ya el tipo jugaba con su muerte, que eso le debe
haber parecido más atrapante, finalmente, o más fascinante, que seguir con las
minas. Seguir su devenir idílico. Artaud dijo en algún libro que la erotomanía
es la contracara de la paranoia. Y como que el tipo deshojaba la margarita con
el Fentanyl, no le quedaba otra carta que ¡la más pura nube de pedo! Me lo
imagino sorbiendo las gotas del frasquito: que no es un analgésico opiáceo para
los dolores del doble reemplazo de cadera que sufría, sino un anestésico opiáceo, anestesia para cirugía tomaba, según decían 50 veces más potente que la
morfina. Cualquiera que haya sido operado con anestesia total y recuerde algo del
sueño no se lo olvida fácilmente, o sí, no sé, cuando me operaron de pólipos
nasales la primera vez, en el trance de despertar vi una nave dejarme. Y al
tipo lo encuentran en el ascensor, sólo en la casa, muerto, y yo me pongo en
sus zapatos de taco alto, que también soy petaco y “un sorbito de Fentanyl y
sigo lo más bien, bajo a desayunar, arranco el día...”, cagándose bien en la
vida, como un chasco, como un chiste, y va y se muere camino al desayuno. Sin
testamento y con cincuenta páginas escritas de autobiografía.
Y yo sigo como puedo, sin él y sin Luis, que soñaban con muertes barrocas; y sin mi hermano cuñado Joaquín, también músico, tanguero de ley, que dejó a mi hermana con una beba de casi tres meses.
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