miércoles, 13 de julio de 2016

Marcelo Cohen: "dosis de evasión", por Federico Morales



Una larga estadía en los remansos que Dárgelos traza para su universo sónico y un inagotable tráfico de información que desde hace años establecemos con mi amigo Marco Castagna, me terminaron arrastrando hacia la figura de Cohen. Personaje de nuestra literatura que hasta entonces era un ignoto para mí, pero que al establecer el primer contacto supe inmediatamente que desde hacía tiempo lo estaba buscando.
La primera lectura tuvo la fuerza de un shock. Algo se había conmovido por dentro. Sobre la piel se derramaba la sensación fresca de algo nuevo.
Recuerdo claramente una melodía sonando de fondo en mi cabeza a medida que leía esas primeras líneas de lenguaje musicalizado con las que abre su emblemática novela “El testamento de O´Jaral”. Un vasto y misterioso universo iba proyectándose en el interior de ese párrafo inaugural:

“Al principio había un llano, y una leve claridad de otoño, y una vía, una sola, que cruzaba la distancia sin revelar dirección ni sentido. A cada lado del terraplén se extendía la misma intemperie vaporosa, menos verde que azulada…”.

La sucesión de palabras parecía respetar el ritmo establecido por una invisible partitura, y ellas,  las palabras, guardaban el dulce aroma de una melodía.
Luego vendrían “El oído absoluto”,“Algo más”, los “Cuentos completos”, y con ellos terminé de resolver una sospecha (¿un enigma?) que me acechaba desde aquel comienzo con O´ Jaral. Descubrí que indudablemente Cohen utiliza la literatura para sumergirnos dentro de una fantástica y singular inventiva, donde nos estimula a los lectores a una fuga, a un escape proporcionado por cápsulas que suministran pequeñas dosis de evasión.
Quien penetra el plano Cohen dará con historias que se desarrollan en un contexto atravesado por organismos de control, instituciones que opacan la existencia, burocracias de la vida posmoderna, realidades dictadas por especialistas de lo superfluo, paisajes de urbes que representan un futuro que ya está entre nosotros, personajes que se encuentran perdidos dentro de una espiral interminable.

Su narrativa es un cable que transmite frecuencias que vienen a atentar contra el tedio que pretende enseñorearse de los días, esos que muchas veces son reducidos a largos interregnos de acedia. 



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