domingo, 17 de julio de 2016

Ropa vieja, por Romina Ramos



el problema es justamente la esperanza,
y todavía pienso que podría ser todo distinto.
hago balances de fin de año
(la que se fue y ya no hay cómo llamar, ni cómo dejar de llamar;
la valija que pude deshacer
después de dos años;
el deja vu; el vaivén; los espejos.
me niego a decir
que los momentos más hermosos
hayan sido de películas o música.
me niego a decir que estuve sola
tratando de buscar dónde ponerme
todo el tiempo.
me niego a decirte lo que había en el mundo
después del fin del mundo,
que en todo el mundo no había más
que el fin del mundo, no lo voy a decir.
tengo esperanza).
todavía no sé
en qué se transforma
lo que se pierde.
de chica bailaba y cantaba a los gritos.
en qué parte eso en este tararear,
susurrar las mismas partes de memoria.
el ser sin rodeos, dónde.
querías vivir en una isla, sola,
"plenamente sola,"
pero la plenitud siempre fue algo diferente,
no se queda quieta,
vas a buscarla,
llegás tarde,
le pisás los talones,
quedás varado ahí.
tu vagón se suelta, estás en el centro
de un círculo en la tierra que dejó la carpa de un circo
que ahora estará llegando a otro país,
nadie supo bien qué nos pasó.
no podríamos decirlo, fue una sucesión de cosas.
el tiempo.
su trabajo, no el mío.
me desvelé a los 25, 20 años,
creo que no volví a descansar nunca.
ahora la sensación de desajuste
es más real, pero todavía podría ir a buscarla.
salir de nuevo, traslasierra,
esperar que amaine,
otra mudanza,
sembrar en el patio,
que la gata aprenda a cazar las perdices,
que las comamos juntas,
o dejar que me toques
hasta erizarme
y volver a creer
que el futuro es algo que funciona,
inevitablemente,
entre tomar la mano que se estira
o seguir mirando la intemperie
como a la espera de una flauta que se toca sola
con el viento,
y que eso sea todo
-y también lo demás.
el milagro
acaso es una decisión,
no un darse cuenta.
tiro la monedas: "la verdad interior."
cuando abrí las manos no había nada.
no sé lo que quería yo
además de las ventanas,
que el viento me tocara como a un instrumento
de belleza.
cantar a los gritos.
"el deseo es la recarga de una huella
de una supuesta satisfacción original".
ya no sé
cuántas veces pedí disculpas.
todavía pienso en vos
como mi única casa,
pero no era de vos que quería irme.
quería soltarme como si bastara
para rebasar el límite que no se puede rebasar,
el mar parecía una cosa tibia y tan maravillosa,
pero también el mar era mentira.
qué vamos a hacer ahora.
no sé si hay cómo restaurarle lo real.
cuando pienso en volver
me refiero a volver a una circunstancia anterior
a que se empezaran a manchar todas las cosas.
ya no hay naturaleza virgen.
cada centímetro cúbico de aire,
de tierra, de agua, todavía
guarda la marca
de nuestra tosca huella.

*

lo que dejan las olas: un ligero
amor por Neville, morirse de ternura
de todo lo que él ama
sin tocar –unos muchachos
riendo en la cubierta
de algún barco, el viaje de Percival–
si pudiéramos nosotros
desear así la India en equilibrio, amar el tronco
de su torso suave,
“suave y pulido como un gato”, Neville.

nadie merece lo que sueña
(“prefiero ser amado”): dejar caer el libro,
acariciarse hasta la súplica,
que él no te quiera.
¿se puede tener celos de alguien que no existe?

los fantasmas se sienten
como un viento o más suave
o más huracanado
que el mismísimo amor
soltado al aire, como un globo
de helio, con una notita
para el hombre de la luna. despertarse
es a esperar una respuesta.

*


¿Notás que a veces suena el corazón un poco a hueco?
Nada le sorprende, nada le choca.
Se tiene la impresión de que ha pasado por un túnel
y ha salido algo húmedo, algo ajado, como un hombre
que ha pasado la noche entera en un velorio. Y era falso
que hubiera una soledad donde encontrarse. Al final
siempre está el otro, prohibido siempre:
escuchar hablar a alguien en sueños, entrar a ver su cine mudo:
si hubiera cómo abrir la puerta hasta ese limbo. No la hay.
Y todo lo demás es la impostura (cada uno
reproduce al infinito su propio mecanismo.
-¿me decís cuál es el mío?)
¿Empezamos a callarnos por vergüenza
de empezar a repetirnos?
Si pudiera elegir dar o no dar con esa llave, y abrir.
Yo te abriría. Yo tomaría mi vida
y la pondría entera en tus manos, te diría:
"tomá, esta es mi vida.”







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