martes, 2 de agosto de 2016

Ya nadie va a escuchar tu remera, por Román Bay



Cada nombre revela un mundo de identificación y misterio. Con algunos nombres de pluma de artistas pasa lo mismo. Mejor Molière que Poquelin, mejor Voltaire que Arouet, mejor Stendhal que Beyle, mejor Céline que Destouches, mejor Leys que Ryckmans, mejor Copi que Damonte, mejor Dylan que Zimmerman. Spinetta fue Almedra, Pescado Rabioso e Invisible antes de ser el flaco Spinetta. Y Charly García fue Sui Generis, La máquina de hacer pájaros y Serú Girán antes de ser Charly a secas. Entre la runfla de managers de rock y otros cerdos de la industria circula un fantasma sobre el nombre de las bandas. Éste no tendría que implicar nada negativo ni usar partículas de negación en su nombre. Nombres de bandas como No lo soporto, No te va gustar o Adicta, por ejemplo, estarían marcadas por un signo anticomercial. En el caso de No lo soporto, se trata de una gran banda que nunca consiguió un hit que perdure en las radios, lo cual habla bien de ellos. No te va a gustar, paso, me produce asco. Adicta, banda de culto si las hay, es una especie de Sumo: el mito crece y crece, pero cuando tocaban en vivo los iba a ver poca gente.

Eruca Sativa, por ejemplo, es el nombre técnico de la rúcula. La banda hace un rock cordobés muy interesante. Lo interesante es que haya gente que todavía haga ese tipo de rock. Tan biónica es un ejemplo de nombre que remite a algo vagamente moderno y futurista. Una banda que tiene algo bueno: son muy accesibles y parece que lo que están haciendo tiene algún valor, pero si ahondás un poco te das cuenta que son una mierda comercial y barata. En ese sentido no engañan a nadie. Miranda, otra banda que goza de aceptación popular, es el nombre de un anticonceptivo, es una palabra familiar e indeterminada, es también el nombre de un personaje shakespereano. Miranda, la banda de pop, es una máquina de hacer hits. Lo principal que se describe de un hit es que se trata de una canción que ya conocíamos antes de escuchar, como si para interesarnos por algo tuviera que resultarnos a la vez familiar y novedoso. Como el riff de Smoke on the water. O como teñirse el pelo. Si no nos remite a nada que conocemos de antes no tendría esa fuerza de hit. Meteoro es una banda que mantiene con Miranda algo más que la “M”; de hecho sus cortes de difusión podrían perfectamente ser temas de Miranda: bailables y pegajosos.

Otros nombres y otras bandas recorren el mapa sonoro de nuestros días. Utopians hace un indie garage alternativo. Su disco Trastornados da cuenta de su electricidad genuina. Es un nombre hermoso para una banda de rock, acaso intraducible al castellano. Octafonic es música para músicos. Escúchenla y verán. Indios son chetos, parecen ricachones con contactos y suenan muy prolijos para ser una banda de rock, creo que les falta mugre y desafinar mejor. Él mató a un policía motorizado es una de las bandas con nombre más peculiar de los últimos años. Su rock agónico y emotivo de pocos recursos ya tiene un lugar en la industria. ¿Se van a bajar los pantalones ahora que están acamalando un poco de éxito? ¿Crean, copian o componen? Algunos dicen que son una banda under que no buscan ser comerciales. Eso es mentira. Las bandas under que no buscan ser comerciales nunca salen del under.

Después hay nombres de solistas como Diosque, que es un nombre genial, además de ser genial su música. Diosque hizo muy bien en darse cuenta que su nombre iba bien. Muchos piensan que es un nombre artístico, pero es su apellido, lleva la rúbrica de su autor. Tuvo que separarse un momento de su nombre y darse cuenta que era comerciable. Él fue Diosque toda su vida. Un nombre de una banda aparece en un momento y en una primera lectura del nombre sale desde afuera. Siempre fue la firma del autor. Dios ¿qué? Su música es personal. Investigó mucho en géneros específicos, experimental pop rock latin british. Como hay tantos géneros musicales existentes y tan específicos que  cada género en cada banda tenés que ponerle su nombre específico. Diosque tiene una forma lúdica de hacer canciones, singular, construye la música a su modo, tiene un romanticismo, no es dramático, juega con la inocencia. Con la melancolía del pop sin melancolía. Su música no es oscura. Sus letras hablan de cosas coloquiales: “A veces no importa quien lo dice primero, sino quien lo dice mejor. A veces no importa el sabor verdadero, sino el sabor que dejó. (…) Imposible decirte que no.” Diosque viene de una trova tucumana de los dosmil. Una ola de músicos geniales, entre los que quiero nombrar al gran Eduardo Ferrer.

Hay bandas que copian a otras bandas. En la sonoridad, en la estética, en la lírica. Hay cantantes que copian a otros cantantes. En el arte eso no es nuevo. Se llama epígono. Epígonos de epígonos de epígonos. Gente que no quiere hacer algo nuevo sino continuar lo que otros vienen haciendo y se amparan en el kiosquito de lo ya aceptado. Van a consenso. Es como la comida de Burguer King y de Mc Donald’s, son sabores que difícilmente se diferencien entre sí; las dos son comida chatarra.





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